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Descubre cuando hay Actitud proactiva frente a pereza

Os voy a contar una historia donde se refleja la actitud frente a la pereza y donde se aprecia si la suerte se tiene o se busca. Aprovechando que el próximo 7 de abril voy a realizar un taller con adolescentes y jóvenes en Andosilla (Navarra), sobre como liderar su vida les voy a contar este relato de dos hermanos gemelos Yosí y Yonó.

Esta historia está sacada del libro los 88 Peldaños del éxito de Anxo Pérez.

Dos hermanos gemelos tenían por nombre Yosí y Yonó. Ambos nacieron en la misma familia, compartieron el mismo momento y espacio en la Historia, tuvieron las mismas oportunidades y durante mucho tiempo hicieron todo juntos: se criaron juntos, fueron juntos a los campamentos de verano, asistieron a la misma escuela primaria y estudiaron juntos en el mismo instituto.

Hubo un momento, justo después, del instituto en que sus vidas tomaron rumbos diferentes y dejaron de hacer las cosas juntos. Sucedieron una serie de cosas que desviaron las trayectorias. Todas a favor de Yosí, y todo aparentemente milagrosamente: recibió una beca en una prestigiosa universidad, montó su propia empresa basada en una exitosa idea y acabó convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del mundo y ayudando a millones de personas. Mientras tanto Yonó llevaba una vida mediocre en la que apenas subsistía.

¿A qué se debía todo el éxito?

Yosí había descubierto la fórmula contra la calvicie.

El día que lo supo Yonó exhortó una exclamación de injusticia. “Hay que ver la suerte que tiene mi hermano. Solo por una idea. Ojalá se me hubiera ocurrido a mi. A él todo le sale bien. Es inexplicable como puede tener tanta suerte. Es como si fuera un milagro”

¿Milagro?, ¿Suerte?, ¿Injusto?….¿Seguro?

Rebobinemos.

En el verano de sus 10 años fueron a pasar unos días de campamentos al lago. El monitor les propuso varias actividades. Yosí eligió aprender inglés y le dijo a Yonó: ¿Te apuntas? “la verdad es que estaría genial pero me da un poco de pereza. Optó por no hacerlo y los veranos siguientes prefirió la playa al campamento. Yosí repitió tres veranos seguidos, más un cuarto en Inglaterra.

Cuando eran adolescentes, en su último año de instituto, el jefe de estudios les informó de que se acababan de convocar unas becas para formar parte de unos miniproyectos de investigación en la universidad estadounidense de Harvard. A Yosí le apasionaba la bióloga y acababa de recibir el primer premio en un concurso académico para adolescentes por un trabajo de investigación científica. Ambos quisieron presentarse a las becas, pero a Yonó le faltaban varios requisitos, entre ellos dominio de inglés.

Yosí fue seleccionado y durante su estancia consiguió trabajar con un científico de renombre que le inculcó pasión por la biología.

Yonó continuaba con sus veranos en la playa disfrutando de numerosas y divertidas fiestas entre amigos. De vez en cuando colgaba sus mejores fotos en sus redes sociales y Yosí las contemplaba receloso y con nostalgia, tentado de dejarlo todo y volver con su gente, a lo seguro, a lo divertido, a lo fácil. Pero al final siempre conseguía recolocar su mirada en su objetivo, llenarse de determinación y coraje, dar alas a su pasión, remotivarse y continuar su cometido: la regeneración capilar.

Acabó la carrera, inició su doctorado y durante su segundo año Yosí ya estaba impartiendo clases en Harvard. Ilusionado porque su hermano progresase y mejorarse su curriculum, lo llamó por teléfono y le brindó la posibilidad de que pudiese ser alumno en una de sus clases. A la propuesta, Yonó replicó: “Muchas gracias hermano. La verdad es que me encantaría estudiar en Harvard pero me da un poco de pereza dejar todo e irme a vivir ahí”.

Un par de años después, Yosí terminó su tesis doctoral en la que asentó las bases de la fórmula que unos años más tarde hizo crecer el pelo de millones de personas que lo habían perdido y que le dio su éxito como investigador y emprendedor.

El éxito de uno y el fracaso del otro hizo más patentes sus diferencias de actitud, pero curiosamente las diferencias entre Yosí y Yonó ya se remontaban a su infancia cuando ante cada opción que requería un mínimo esfuerzo o sacrificio Yosí vencía esa pereza y Yonó se dejaba consumir por ella.

Desde mi experiencia personal te cuento que desde que supere la pereza y mi actitud es proactiva (puesta en acción) mi vida es mucho más plena y satisfactoria porque me lleva a seguir avanzando hacia mis objetivos personales y profesionales desde la constancia, la perseverancia, disciplina, autoconfianza, confianza en los demás y no desde la suerte.

¡Te animas a comprobarlo!!!!!  – mariangil@mariangil.com

Marian Gil

Soy Marian Gil, autora, formadora y coach certificada en Coaching e Inteligencia Emocional. Acompaño a profesionales y empresas en sus procesos de cambio y desarrollo.

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