Los que me vais conociendo a través de mi blog, de mis talleres, charlas o me conocéis en persona, sabéis lo importante que son para mi las emociones en las personas. Llevo un tiempo estudiándolas y formándome sobre ellas en los adultos, adolescentes o niños.
Voy a contaros experiencias que vivo como coach cuando trabajo la emoción desde el coaching. Si estoy con un cliente y siento que tiene una emoción atrapada, no la puede identificar o simplemente no sabe describir lo que está pasando. Le pido que se meta en esa experiencia, no que hable de ella. La tiene que vivir con intensidad para que estén presentes ahora y en cada momento con lo que están experimentando. Cuando la emoción contenida se abre es cuando ves que hay nuevas posibilidades.
Muchas veces, estar en la emoción no es agradable, pero el cliente sabe que no está solo que su coach le acompaña y guía. Saber esto le hace sentir más vivo y libre.
Una metáfora que me encanta exponer es la de una gran casa con muchas habitaciones. En ella hay espacios en los que no hemos entrado nunca. Las puertas están cerradas. Si decidimos entrar a explorar, muchas veces, no nos sentimos cómodos. La habitación es desconocida u oscura. Esta metáfora de la habitación es la explicación de cómo exploramos y sentimos la emoción. Cuando traspasamos esa puerta cerrada por muy incómodo que sea estar en ese lugar. Descubres lo que sientes, aprendes a superarlo y a no tener ya ningún problema con esta experiencia.
Cuando yo trabajé esta parte en mi formación como coach, fue uno de los momentos cumbres de mi aprendizaje. Todavía hay compañeros que me lo recuerdan. Descubrí algo de mi que no me gustó nada. La gran autoexigencia que me exigía no me permitía disfrutar de los logros que iba adquiriendo. Para mi fue tremendo, no me merecía con todo lo que estaba luchando por sacar adelante mi proyecto, “machacarme” por pequeñeces normales en el aprendizaje. Fue un momento especialmente doloroso. Sin embargo, cuando lo admití, gestioné y lo compartí, sentí una gran liberación dentro de mi. De está experiencia encontré una de mis frases de cabecera “no hay fracasos sino aprendizajes”.
También lo trabajo con niños en colegios a través de charlas y talleres. Este verano en Zaragoza hay un estupendo proyecto para niños, Campus Cinematográfico donde estaré desde el día 8 al 24 de julio trabajando con los niños las emociones y habilidades sociales desde el juego, la imaginación, la creatividad y la diversión. Si queréis más información en www.festivalcinezaragoza.com
¡¡¡Animaos a identificaros las emociones!!!, lo considero fundamental para el día a día de nuestra vida.
Convertir la frase en el sentido de que no hay fracaso sino aprendizaje me parece importantísimo para mantener a nuestro saboteador a raya. Nos va dejando emociones y sensaciones que nos impiden avanzar, identificarlas y liberarlas es básico. Saber que podemos contar con acompañamiento te hace sentir mas fuerte.
Es una de mis frase de cabecera «no hay fracaso sino aprendizaje» a mi me ayuda muchísimo. Me encantaría que la gente se la quedará también para ellos en esos momentos cuando las cosas no van como esperabamos